Etiqueta: Dios

Ego ergo Sum?? Yo confieso.

Captura

Se acabó » my friend». Ya me cansé de ti compañero. » Sayonara baby». Creo que ya me has arruinado bastante la vida. No voy a escucharte más, no voy a dejarte pregonar todos tus «incuestionables, razonables e incontestables» argumentos, por el tortuoso callejero de mi mente. Se terminó el seguirte a «pies juntillas», el considerarte como un dogma de fe. Cierro con decisión tu carcomido libreto del odio. Sé que me has acompañado parasitariamente durante toda mi existencia, haciéndote el imprescindible, hasta el punto de no saber lo que era real o no. Y has sabido perfectamente escudriñar el momento justo, elegir la forma adecuada, aprovechar el instante acertado, apostar a caballo ganador, para lanzar tus dardos envenenados de ponzoña. Y para ser totalmente honestos, yo me he dejado. Te he hecho el juego excesivamente fácil. Pero no porque me dejara, sino porque eres diabólicamente astuto. Sabes de mis errores y de mis vergüenzas, de mis fallos y de mis pecados. Sabes de mis miserias, de mis tristezas, de mis iras incontenidas. Sabes de mi daño, de mis lágrimas ácidas, de mis puños apretados, de mis frustraciones, de mis sueños rotos.

Y apareciste cual super-héroe alado en mi vida, para «ayudar». Como respuesta a esos ataques de mi tierna infancia. Para inundar poco a poco mi raciocinio, mi alma y mi espíritu con tu asquerosa y putrefacta filosofía, con tus aguas del Estix. Tenías todo el terreno abonado. Ya ni recuerdo cómo fue ni cuándo. Ahora, ya con canas, me he dado cuenta. ¿Por qué? Quizás un interrogación retórica pluscuamperfecta. » Porque tú me llamaste, porque tú me necesitabas y me necesitas. Porque sin mí no eras nada ni eres nadie. Me debes todo lo que eres, todo lo que tienes. No te atrevas siquiera a pensar en mi destrucción. Sin mí no serás nada. ¿ Qué harás? Vacío. No lo sé. Buen comienzo.

Ante el gélido rechazo, de forma sibilina me indujiste al ostracismo, al elitismo, al clasismo,  a la errónea concepción de lo separado, del otro, de lo extraño, del «no es como yo». Me emborrachaste con los vinos de la marginación, subiendo los peldaños de mi torre de márfil, por miedo a lo diferente. Tu sentimiento antisocial, tu odio y beligerancia constante, los hice míos. El mismo cristal astillado que rasgó mi corazón, se multiplicó gracias a ti. Me dio vergüenza ser cómo era. Me negué a aceptarme, por evitar el dolor de esos alfileres que tanto se adentran en la piel. No aceptarme, me llevó a no quererme, a ver innumerables imperfecciones en mi ser. Y a ver las mías en los demás. Tánatos alado se posó en mi mirada. Me escondí. Rechacé porque me rechazaron.

Ante el vacío del abandono, me dejaste sin autoestima. Al quitarme la dulce leche materna, me inoculaste el trágico néctar de la aprobación, el veneno del reconocimiento, la miseria de la competición, de llegar el primero, ser el primero. La cruel ilusión del éxito y el fracaso. De la carestía, del » no hay para todos». De ser «el más». Me adentré en la masa, en lo correcto, en » lo que hay que hacer, decir, vestir, comer, comprar, consumir, escuchar». A cualquiera obsequié con mis daños por necesidad de ser aceptado. Porque pensaba que a través de la pena, no me volverían a abandonar. Despertaste en mí los celos, la inferioridad, la desconfianza perpetua. Y por inferioridad, me creí superior. Ante el abandono, me insuflaste la noción de la posesión. Otro infierno en el que viví. Abandoné porque me abandonaron.

Ante el rubor de la humillación, la culpa floreció en mi corazón. » Me han atacado porque es culpa mía, he hecho algo malo.» » Todo es culpa tuya». Y mis complejos, mis miedos, mis imperfecciones, se alegraron de tener ticket de primera clase, para este tren de alta velocidad. ¡Qué importantes se han sentido y que puesto de honor han ocupado gracias a la humillación! Violencia verbal, violencia física. Y de la violencia verbal pasas a la queja. La queja que te toxifica, ese eterno niño quejoso que quiere que le resuelvan la vida. O aceptas, o luchas por el cambio. ¿ Y la crítica? Crítica, crítica, crítica….palabras perniciosas que destruyen porque un día sus bocas fueron heridas, La herida que no cicatriza. » ¡Más maderaaaaa!».  Y mi carácter se turbó, se volvió hostil y frío. » No te equivoques, les das la mano y te cogen el brazo». » Si no te la dan a la entrada, te la dan a la salida». Y me volví menos humano, menos empático, menos prójimo, menos amigo, menos involucrado. Mediocre, idiota. Humillé porque me humillaron.

Ante la cuchillada de la traición, ira. Los ojos como platos, por el descrédito de nunca imaginar, que el acero que se te clava en la espalda, duele tanto. Siempre viene por donde menos te imaginas. Siempre por quien menos te imaginas. Eso es lo que duele. Eso es lo que hace daño. Nunca son extraños los que más daño hacen. Siempre el golpe de gracia viene de retaguardia. Desconfianza » again». » Tócala otra vez Sam». Y el miedo, da lugar al dolor, y el dolor a la ira. Parece una enseñanza Jedi, pero es así. Y la ira te destruye por dentro. Te dispara las hormonas hasta límites insospechados, te hace ver guerras por todos lados, conflictos, enemigos, vencedores y vencidos. Te engaña, te hace creerte poderoso, fuerte, varonil, capaz. Pero te destruye. Niegas, niegas que todos somos débiles. Niegas que tú lo eres.  Traicioné porque me traicionaron.

Ante la injusticia, envidia, avaricia. Pensar en las relaciones humanas, como » perfectas manifestaciones de una igualdad de resultados, ante acciones similares, equidistribución». Si te doy, me das. Si te quiero, me quieres. Si te ayudé, me ayudas. » No es justo». ¿ Cuándo la justicia humana ha tenido algo que ver» ¿ Por qué él tiene mejor trabajo, mejor casa, más dinero, más popularidad, hijos, aventura, vida fácil…? » La envidia, el peor de los pecados capitales, el más masoquista, el único con el que el pecador sufre. Y de ahí a la avaricia. » Todo para mí, aunque me sobre, no te doy». El ser humano, la única especie sobre la faz de la tierra que acumula riquezas, explota sus recursos, destruye entornos naturales, extingue especies animales, mata, traiciona, invade, extermina, por avaricia. Por dinero. El buey de oro acuñado en moneda. Interesado, materialista. Fui injusto, porque lo fueron conmigo.

Y ya por fin se quien eres. Eres mi EGO. No soy yo. Un día pensando en ti, sentí unos deseos irrefrenables de acabar contigo. Y me di cuenta de la trampa. De tu trampa. Acabar contigo. Era una trampa tuya para mentirme, hacerme ver que te había derrotado, que te había vencido. Que bueno soy ¿no?.. ya no estás, bajo la guardia. Ego de nuevo.

Te mataré, siendo consciente en cada momento de tus tentáculos, de tus intentos de enmarañar. Se que estás en mi, por que yo te llamé. Pero Yo no soy Tú.

Intentaré buscar mi auténtico ser. Pensar en nosotros y no sólo en mi. Comprenderé a cada ser humano que esté en frente mía, sabiendo de sus virtudes y defectos, aceptando con compasión. Seré amigable, e intentaré considerar amigo a cada ser humano, animal, vegetal, elemento que mora en este maravilloso planeta. Perdonaré, aunque no me pidan perdón, para liberarme de mis pecados, de mi dolor, no para ser perdonado. Me perdonaré. Amaré, como Dios nos ama, como lo hizo su hijo, sabiendo que no todos me amarán. Y me amaré a mi mismo. Agradeceré cada instante, cada momento, incluso si no es bueno. Me obligaré a ser feliz, para hacer feliz a los míos.

Seré humilde, entendiendo la grandeza de esta palabra. » Que tu derecha no sepa lo que hace tu izquierda». Creeré en la paz, interior y exterior. Regalaré simpatía para endulzar y endulzarme, por compromiso firme conmigo mismo

Disfrutaré del instante, para saber que si llego a viejo, pueda decir que he exprimido al máximo cada segundo de mi vida, y no decir » qué pena, qué rápido pasó todo, si hubiera..»

Toleraré y acogeré al diferente, entendiendo que es otro ser como yo, embarcado en esta maravillosa aventura llamada existencia. Daré, sin esperar a recibir, sólo por el mero placer de compartir, de dar.

Te dejo ir con alegría, te saco de dentro con delicadeza, te dejo partir sin resentimiento. Gracias por el tiempo compartido, gracias por haberlo intentado, gracias por ayudarme a pesar de hacerme tanto daño, pero ya no te quiero más. Quiero vivir.

Adiós.

 

Cuando volvamos a la normalidad

Captura11

Dios sabe, por eso es omnisciente, que me he resistido con todas mis fuerzas, tampoco son muchas, presa del abatimiento, desesperanza y nerviosismo. Como la canción que se ha «convertido» en himno oficial/oficioso de estos tiempos descontrolados que nos ha tocado vivir. » Resistiré».

Me he resistido con mi rebeldía propia congénita a lo impuesto, a lo obligado, a » lo que toca», a el » escribe-unas-palabrillas-cojonudas- e- inspiradas/inspiradoras-opinando-lo-que-se-te-ocurra. Que-tema-tienes». Me he resistido a ser «hiper-maxi-productivo», a verme 1000 tutoriales de cocina. Como dice mi madre «Tú, todo es tocar los ******», como siempre he hecho en mi vida. Contracultural, contracorriente, contratodo. La verdad es que nadar río arriba ya está llegando a cansar. No por edad, si no por exceso de oportunidades. Y que no se crea nadie que por ello me siento especial. Todo lo contrario, en algunas ocasiones me encantaría formar parte del grupo, que no del rebaño, tener la misma opinión. Ser más políticamente correcto. Cuando en mi ciudad todos eran de misa diaria yo era un ateo contraeclesial practicante, y ahora que todo el mundo es ateo o agnóstico me veo rezando rosarios. Ese quizás ha sido el problema, que en muy pocas ocasiones, me he sentido integrado en nada. También seguramente es por que yo me he automarginado. Miedo al rechazo que dirían los especialistas. Pero bueno, tengo las 5 heridas emocionales. Como insisto, ningún orgullo en ello, únicamente que la mirada al pozo oscuro se muera conmigo.

Y mi resistencia pírrica, no ha sido de todo en balde. Cuando ya hemos superado los cuarenta días de reclusión domiciliaria, que no en el desierto, mi «actividad»-jajaja, personal se ha reducido a hacer ejercicio físico, leer mucho, recuperar sueño y disfrutar de mi mujer y mis hijas. Ni hablar tiene de los demás quehaceres de casa, limpiar, comida, deberes escolares, videollamadas, quebrarme la cabeza de cómo nos vamos a ganar la vida, cuánto tiempo vamos a seguir así, etc.. En este aspecto, también me ha salido la vena contestataria. No he sido muy productivo, lo confieso. No he sido un «hominis fructus», según la nueva religión neoliberal-capitalista. Sumido en un ERTE, con las esperanzas erosionadas y con la mirada llena de incertidumbre y descrédito, se le quitan a uno las ganas de todo. Hasta de quejarse.

Y eso, a pesar de haber generado una especie de actitud estoico-espartana-negacionista-del-ego-cristiana-me-resbala-todo, que la verdad me asusta algunas veces. Ya lo dijo el amado Maestro, «quien quiera, niéguese así mismo, abandone todo y sígame». Somos diamantes, a los que hay que pulir, pero a algunos nos han pulido demasiado a lo largo de la vida. Ya lo decía Fidias: » La estatua está ahí, yo solo quito las impurezas». A mi me vas a dejar en gravilla mamón.

Vivimos tiempos inciertos, surrealistas, virtuales. Las actitudes, la información, los dirigentes, las relaciones, las personas, los trabajos, todo está «contagiado» de esta necesaria ambigüedad, muy necesaria para nutrir nuestra resiliencia, base de nuestra supervivencia. Muy poco es auténtico. Muy pocos son auténticos. » O mueres pronto siendo un héroe, o vives lo suficiente para convertirte en un villano».  Nos estamos jugando nuestra continuidad en este maravilloso mundo que nos han regalado. Y me da la sensación, que el partido ya ha empezado y el marcador nos es adverso.

Y no quiero entrar en teorías conspiranoicas, pero tampoco caer en un » buenismo» nocivo e inútil. Y eso que mi naturaleza de infancia tóxica me empuja siempre a un pesimismo beligerante. Lo único que he hecho bueno y auténtico en esta vida, y espero seguir haciendo hasta que me muera, es amar con todo mi corazón a la que es mi mujer, y ser padre de mis maravillosas hijas. Por eso, ha valido la pena todo lo demás. Si Dios quiere, algo de mi quedará en ellas, y solo espero que recuerden con orgullo, lo que un día lucharon sus padres por sacarlas adelante. Con nuestras equivocaciones, con nuestros aciertos. Intentando no cometer los errores que nuestros padres cometieron con nosotros. Repitiendo y enseñando aquello en lo que humildemente pensamos que acertaron.

Pero si es cierto que nuestro presente no pinta bien. Y os confieso, me da vergüenza opinar, sobre todo en estos momentos, cuando hay personas que se la están jugando por nuestro bienestar, diariamente. Sobre todo cuando hay cientos de miles de personas que se han ido de este mundo de una manera cruel e inhumana. Sol@s. Sin el familiar que por sangre o espíritu merecía estar en ese último momento. Quiero pensar, como ha sido así, que nuestros héroes han sido la voz amiga, la palabra que anima. A nuestro personal sanitario en todas sus escalas, desde enfermeros, médicos, celadores, limpiadoras, seguridad, todo mi reconocimiento. Aun sabiendo que ese paciente se iba, que no podía más, han dibujado en sus caras, con los colores del corazón, la sonrisa del » no pasa nada, estamos aquí». A Guardia Civil, Policía Nacional y Local, Ejército, mi agradecimiento sincero y eterno. Han estado y están al pie del cañón, protegiéndonos y poniendo igualmente en riesgo su salud.

Ya habrá tiempo de enterarnos cómo ha pasado esto, cómo este bicho maldito se ha propagado a la velocidad del rayo en nuestras vidas. Ahora son tiempos de calles desiertas, de quedarnos en casa, por nosotros y por los demás, respetando las medidas de autoconfinamiento. Son tiempos de guantes, mascarillas y gel. Son tiempos de aplausos a las 20:00 en los balcones. Son tiempos de videollamadas, a papá, a mamá, buenos días ¿cómo estás? Son tiempos de ruedas de prensa, estadísticas, fallecidos al día, información/desinformación, bulos. Son tiempos de ver vídeos de Semana Santa de otros años, celebrar en casa la Feria de Abril, misas los Domingos en la televisión. Son momentos para estar con mi familia y aprovechar todo el tiempo que antes no he podido estar con ellas.

Son momentos de acciones solidarias, de generosidad, de cercanía al necesitado, al prójimo, al vecino. Son momentos de ayudar en la compra a los ancianos, de coser mascarillas, de hacer pantallas protectoras con impresoras 3D, de animar a los camiones de basura y coches de Policía, cuando pasan frente a tu ventana. Son momentos de oración, de pedirle y darle gracias a Dios por la salud de los tuyos, y de todos. Son momentos de fe, de esperanza, de caridad. Son momentos de responder a la pandemia como solamente el ser humano sabe hacerlo. Con nuestra humanidad. Y todo a coste 0 euros, 100% corazón.

Son momentos de reafirmar lo mejor de nuestra naturaleza humana, porque sólo de esta manera sacaremos algo en claro de esta maldita experiencia. Momentos para desenterrar nuestra excelencia, nuestros valores como personas. Momentos para recapacitar, para pensar en nuestros errores, en nuestros egoísmos, en nuestra avaricia. Para que cuando pase todo esto, no volvamos ni mejores ni peores, sino distintos. Para no volver a la «normalidad», porque no podemos volver a lo que éramos antes. Porque la «normalidad» es en parte lo que nos ha conducido a esto. Estoy seguro.

El maldito Virus.

9d69b2f5aca62a9a2c4011032cef6da6

Este año los nazarenos de Sevilla nos quedamos en casa. Este año no nos ponemos el antifaz, capirote, capa, o esparto. Este año no cogemos ese cirio que ilumina, esa cruz que pesa. Este año no sacamos a nuestras sagradas imágenes a las calles. Este año la ilusión no la sesgó la lluvia, el trabajo o las inclemencias. Este año en el Domingo de Ramos, la Campana enmudecerá en un respetuoso silencio. Este año, nunca mejor dicho, la penitencia va por dentro. Un año en el que mis hijas, por primera vez, no harán estación de penitencia, vestiditas de monaguillo. Mi mayor con nuestro Cristo de los Estudiantes, la pequeñaja con el Cristo del Buen Fin. Momento difícil de lágrimas compartidas. Pero la luz del cirio no se apaga NUNCA. « Sed la luz que ilumina el mundo, que diga la verdad, la única verdad, que YO soy el CAMINO, la VERDAD y la VIDA». La cruz, la llevaremos el resto del año, « Coge tu cruz, ven y SIGUEME». Los nazarenos de Sevilla, rezaremos como nos enseñaron nuestros mayores. En respetuoso silencio, con Fe. Por los fallecidos y sus familiares, por los héroes vestidos con una bata blanca o verde. Por los que nos siguen dando el alimento y calman nuestra sed. Por los que vigilan nuestras calles. Por que esta locura pase pronto. Y lo haremos, como se hace las cosas en Sevilla. Con señorío, con arte y con clase. Y pasará, todo esto pasará. Y nos quedaremos con un sentimiento agridulce. Agrio, por no poder salir, y dulce, por que este sacrificio pequeño, se ofrecerá por todos, para que recuperemos pronto lo que ahora está en peligro. Nuestra Salud. Dios nos de Salud!!!

Amistad. Divino tesoro.

Captura11

Recuerdo con cierta nostalgia cuando de pequeño, mis amigos aporreaban la puerta de mi casa. Mi madre, cual soldado de guardia en la garita, salía al umbral para escudriñar intenciones, y después de un rotundo y potente » No puede salir, tiene que estudiar», cerraba con un portazo desalentador ante las jóvenes ilusiones. Profano la expresión del Maestro Darío, » Amistad, divino tesoro».

Y no digo que lo eche de menos, pero si es cierto que es el recuerdo honesto que tengo de lo que era la amistad más pura, más inocente, más bienintencionada. Todo se resumía en un » quiero jugar contigo». Bella expresión que resume de manera magistral lo que es compartir, disfrutar de la vida. Embarcarse en juegos y fantasías, pelotas, pistolas de plástico, pilla pilla o escondite, o la nueva figurita de «Star Wars». No había interés malicioso alguno mas que el de pasar un buen rato. Chillar, cantar, reír, correr, desafiar los límites de la gravedad y de la realidad, desafiar lo impuesto, en ese mundo precioso que es el de la infancia y la adolescencia. » Para entrar en el reino de los cielos, deberéis tener ojos de niño».

Pero no todo era juego. También había lágrimas, lloros, frustraciones, desilusiones, malas notas, castigos injustos y justos, alguna reprimenda, alguna paliza. En nuestro entendimiento, en nuestro nivel de madurez, era toda una tragedia grecorromana, era todo un drama inacabado y de amenazantes consecuencias. Y en ese crucial momento, delicado y sensible, tus amigos también estaban allí. Para echarte el brazo encima del cuello y decirte, » ¿qué te pasa?», para recogerte del suelo cuando te habías caído y gimoteabas con una rodilla ensangrentada, para escucharte y consolarte por que aquella niña te había dejado, o por cualquier otro motivo infantil de desazón. Aquellos eran tus AMIGOS. Y en aquellos momentos, no faltaban, ni fallaban.

En esta bendita ciudad en la que vivo, no te faltan ni te fallan amigos de cervecita, de compartir una charla en el bar hablando de fútbol o de espectaculares y voluptuosas féminas, de charanga y pandereta. Horas interminables en las barras, cátedras del vulgo, hablando de política, arreglando mundos, quejas universales hacia suegras, jefes, trabajos, políticos, gobiernos desgobernados, juventud, bancos, ricos y poderosos, cotilleos varios. Y ahora con el paso de los años, es una costumbre que he llegado a comprender. No requiere intimidad, no requiere compromiso, no requiere desnudar el alma. Simplemente es desahogo. Cantar las penas generales, de la comunidad, es el recurso barato al psicólogo, lo que cuesta 1.50€ de una cerveza. Horas hablando de las preocupaciones que nos copan las neuronas, sexo, dinero, trabajo, amor..Momentos de catarsis por una cerveza y una tapa.

Pero ¡ Ay si se te ocurre hablar con alguien de tus penas personales, de tus frustraciones, de tus inquietudes! Gesto fatídico de total falta de educación sevillana. ¿ Me vas a amargar las «servesita» » mi arma»? «Joé» para una que me quería tomar tranquilito, no me ralles, que te rallas más que una cebra. ¡ Qué yo también tengo problemas!

¿ A qué te lleva esta conducta aprendida? A estar siempre rodeado de gente, pero a sentirte siempre sólo. Las maneras mandan. El qué dirán también. Todos «amigos», todos extraños.

Y escuchas con leve sensación de envidia a tu mujer, que va a quedar con sus amigas, las AMIGAS de toda la vida. Son más propensas nuestras compañeras de sufrimientos a mantener a sus amigas de la infancia. Normal, son más listas y sabias, más inteligentes. Saben que el camino es largo, que trabajos, amores, vienen y van. Y que aunque las penas con pan son menos, cuando las escucha una oreja amiga, son menos todavía. Siempre lo he dicho, Diosas en la tierra.

Siempre me preguntaba inocente, el motivo por el que mis abuelos varones, no tuvieran amigos. Siempre que paseaba con ellos, en muy pocas ocasiones, por lejanía y por que ya eran mayores cuando pude compartir algo de tiempo, nunca quedaban con alguna amistad a tomar algo. Quizás en las épocas en las que les tocó vivir, la amistad era otro de los tesoros impagables que se les negaban. Penurias, guerras, hambre, buscarse la vida, trabajar mucho trabajar, pudieran ser motivos por los que nunca los vi acompañados de amigos. También eran mayores, habían ya enterrado a muchos. Habían pasado de acudir a las bodas, bautizos y comuniones, para frecuentar velatorios, más veces de las deseadas. Nunca me llegué a imaginar que yo iba a conocer la razón, antes que ellos.

Y me acuerdo de mi amigo Erick, de mi hermano de infancia. El fue el hermano que nunca tuve. Siempre estuvo ahí, compartiendo los primeros pasos en nuestras vidas, juegos, colegio, estudios, travesuras, y siempre riéndonos haciendo las trastadas propias de nuestra edad. Su padre, fallecido hace poco, lo quería mal. Le daba unas zurras de espanto, y Erick nunca se quejó, nunca abrió la boca. Aguantaba con espartana actitud. Nunca lo vi llorar, aunque sabía que había » cobrado», por que todavía reflejaba su cara la marca de la «caricia». Nuestros primeros acercamientos a las chicas, música, locuras, correrías nocturnas y diurnas. La vida, la distancia, los malentendidos hicieron que poco a poco nos fuéramos distanciando. Él era de los que nunca faltó a la hora de ir a buscarme para salir a jugar. Tampoco falto una palabra suya de consuelo.

Y Caste, Sergio, Oscar, Jorge. Mi pandilla, la pandilla más «leñera» de todo el barrio. Seres inmortales, vampíricos, de pelo largo, que deambulábamos por las calles de mi querida ciudad de Ceuta. Jóvenes, de insultante juventud. Inconformistas, alegres, sin tiempo para preocupaciones. Primeros cigarillos, primeros cubatas. Cumpliendo con los trámites de la madurez. Desafiantes. Aquí, ahora, este momento. Los días cortos.

Y en mi Colegio. Puedo decir que los 43 que estudiábamos en aquella clase, eramos todos amigos, de los de verdad. No se si era otra época, o es que yo lo sentía así. Pero así era. Puedo repetir de memoria, casi de una manera enfermiza, todos los nombres que formábamos parte de aquella aula. No tiene mucho mérito tampoco, todos los días, pasaban lista.

Y en mi lugar de descanso vacacional, el Puerto de Santa María. Victor, mi gran amigo de los veraneos y de fiestas de guardar. Piscinas, playas, chicas. Siempre lo pasábamos genial. No había día en el que no nos inventáramos alguna aventura, alguna locura, alguna chorrada. Partiéndonos la cara con las bicis, escalando los eucaliptus del bosque, pillando nuestras tablas de surf, para escaparnos a la playa. Antonio, Maxi, Edu, Chiqui, Carlos. Otra pandilla de las más temidas.

Muchos años me pasé sin la compañía de amigos. La » elección» de una pareja. La propia responsabilidad en ello. Cuando todo terminó, en el momento más duro de mi vida, conocí a otro de mis grandes amigos. Sergio. Compartir los tragos amargos que te toca vivir, une. Cuando tu mundo se va literalmente al carajo, y no te queda nada, » aparece» otro ser humano, que lo está pasando peor que tú. Y fue amigo, padre, hermano, siempre hermanos. Honor y gloria siempre. Los dos estábamos en el fondo del pozo negro de la desesperación y la amargura, del » nada puede ir peor». Y en esos trances, la amistad cobra todo su sentido. Cuando lo único que se tienen son penurias, pocas ocasiones para la alegría, ahora pienso que no éramos amigos. Simplemente dos guerreros heridos de muerte, rotos, intentando sobrevivir.

Y cuando tocas fondo, cuando no se puede bajar más, todo lo que queda es subir. Y como amigos compartimos el ascenso. Y eso fue lo que nos alejó.

«¿ Dónde están mis amigos?» Dice una canción. Y no quiere decir ello, que sea un ser antisocial, perseguidor de causas perdidas, escapista profesional de eventos, con fobia a las multitudes, Robinson de los Crusoes eterno, monje capuchino del silencio comprometido, ermitaño de la montaña, en mi torre de marfil. Simplemente me he cansado. Le he cogido gusto a esto del ostracismo por elección.

Te vuelves exigente, quisquilloso, más callado. Tus ojos ya hablan más de lo que pueda decir tu boca. Vienes un poco, de vuelta de todo. ¿ A un ladrón vas a venir a robar? Ahora recuerdo, con un poco de vergüenza lo confieso, que por mis ansias de encontrar algún amigo, alguna amiga, le contaba mi vida a todo el mundo, hablando por los codos.  ¡ Ay , esa maldita voluntad de agradar!

¡ Y lo mal que te mira la gente cuando les dices, «No tengo amigos»! Las reacciones son variopintas. Extrañeza, desconcierto, perplejidad. Algunos se ven heridos en su amor propio. » ¡Oye! ¿ Y yo qué?». » Bueno, valeee. Aceptamos pulpo como animal de compañía». Esto del facebook y el número de amigos ha hecho bastante daño al sentido común.

Soy un lobo estepario, que cuida de su pequeña manada. Que no rehuye el trato, que disfruta de la amistad del que nunca falla, del amigo eterno. Ahora lo sé Ese amigo esta arriba, y otro que lo representa abajo. Mi Padre del cielo, y mi Padre en la tierra.

Y he roto los esquemas de la tradicional mentalidad machista. Una mujer es una mujer. Mi mujer, por su elección, porque ella libremente me otorgó el honor y el placer de ser su marido. Compañera, amante, maestra, sufridora, luchadora con dos cojones, dama, animal, guerrera, trabajadora, madre. Mi Reina, Mi Amor, Mi Vida.  Mi AMIGA.

Con el permiso del Maestro recientemente fallecido, Juan Carlos Aragón del Cádiz libre, y del Cantante Andaluz de la preciosa Huelva, Manuel Carrasco, dejo esto. Se que ellos son tan contestatarios y tan tocapelotas como yo. Porque estamos en Carnaval, porque me encanta, porque me recuerda a mis amigos, porque me recuerda a mi Padre y a mi Dios. Y porque me da la santa gana.

«Un amigo es un amigo, me dijo un amigo mío
y era tan amigo mío y tanta amistad la nuestra
que no supe qué pensar pero le dije mu dolio
un amigo de verdad, no lo dice y lo demuestra

Un amigo-amigo no te dice
un amigo está pa algo.
Un amigo-amigo está contigo
en los momentos más amargos.

Un amigo-amigo de verdad
no dice quiero ser tu amigo,
pero si es tu amigo de verdad
tu muerte la muere contigo

La amistad es regalar
el corazón de un caballero…
A un caballero, a un caballero…

Por eso los corazones
de los amigos cañones
son corazones de oro
oro por el que te digo
que los mejores amigos
son los mayores tesoros.
y esos tesoros no tienen
reputaciones ni bienes
ni huecos en los altares
que los altares se adoran
a la semana una hora
y otra hora en los bares.

Por eso sé lo que digo
na más que tengo un amigo y es mi pare.»

El tiempo se acerca.

Captura1

En tu tierno humano costado herido por mis pecados, brota vida pura,
por clavos oxidados, cercenando tu piel divina y morena, amor de Buena Muerte,
sentando cátedra a tus estudiantes, sempiternos aprendices de vida eterna, locura.

No hubo nunca muerte más dulce, no hubo nunca muerte más viva,
por cada gota de sangre que derramaste,
ejemplo de estilo y oportunidad de redención en nuestras vidas.

Que mi cirio tiniebla y mi esparto ceñido, que mis pies y mi ruan,
que mi capirote y mi cansancio, sean penitencia para ti Señor,
que mi fatiga consuele a mi familia, a mis amigos,
a sus penas, sea yo el emisario de tantas plegarias y esperanzas blancas.

Por los que estamos, por los que no están y disfrutan ya de tu gloria,
van pasando entre mis dedos, las cuentas del rosario,
y aunque ya hubo uno que te vendió por 30 denarios,
ni la muerte misma pudo borrar tu victoria.

Nunca hubo una muerte más dulce, nunca más serena,
nunca tanto dolor, se lavó con tanta pena,
que a tu pesada cruz me aferro, y con mis pocos cirineos sigo,
que no hay mayor amor en el mundo Señor,
que aquel del que da la vida por sus amigos.

Con la yema de mis dedos.

Captura

Aquel día roce la divinidad, con la yema de mis dedos,
a pesar de los años en colegio de temibles curas,
que ahora con cariño y nostalgia, echo de menos.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
al tener a mi amigo moribundo en mis brazos, joven y viejo,
inerte, corriendo al lado de Dios, que lo llamó antes de tiempo.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
y no fue en misa, ni en un rosario, ni en un ángelus, ni con el Credo.
Fue escuchando la sonrisa de mi vieja y sufrida madre, arrugada por sus pensamientos.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
al entrar ateo en tu casa, mirarte a esa cara de ensueño,
abrazarte en tu eterno abrazo, llorar mis penas, mis sufrimientos,
decirte que eres todo, decirte que sin ti muero,
que mi cara se llena de lágrimas, cuando miro al Rey de los cielos,
que te pido perdón de rodillas, por todos los pecados que cometo,
que no merezco, por tu misericordia, nada, nada de lo que tengo,
que estuviste siempre a mi lado, a pesar de exclamar yo, » No te creo»,
que me vestiste de negro ruan, cirio, esparto, nazareno.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
amores rotos, amigos de aire, padres que se dañan, penas sin consuelo,
y la cruel guerra que rompió mi alma, mi ser, mi vida, se queda atrás,cubierta por el velo.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
cuando el que me hizo, tras años de ausencia, acarició con su mano mi cuello,
y me dijo con su voz grave, que aun recuerdo, «¡ Hijo, cuánto tiempo!»

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
cuando volví a tu casa, con mi novia pisando tu suelo,
cuando me dijo, con los ojos del amor, la esperanza, de la ilusión, de la fe,
«¡ Cariño, yo si te quiero!»
Y delante de tu altar, nuestras miradas, iniciaban el vuelo.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
y no fue en una iglesia de piedra y madera,
fue mirando los ojos negros de mi hija, mi orgullo, rizos de negro pelo.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
con mi mujer sufriendo dolores en un paritorio, al traer a
mi segundo ángel, mi orgullo, mis desvelos.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos,
miré tu cara de Padre y Madre,
y todavía no me lo creo,
que toda esta Gloria a mí me pudiera pasar,
y todavía no me he muerto,
que colmaras de bendiciones mi camino,
y todavía no las merezco,
que con solo mirar a tus colinas, a tu Sol,
a tu luna, a tu universo,
te veo y te pierdo, te vivo, y por fin,
entre dimes y diretes, sólo al final, silencio.

Aquel día rocé la divinidad, con la yema de mis dedos.